- ¿Has sentido alguna vez la impotencia de no saber qué contestar cuándo sentías que estaban vulnerando tus derechos?
- ¿Te has quedado sin palabras para poder expresar tu opinión en algunas situaciones de tensión?
Detrás de esto, puede que haya cierto componente de nerviosismo puramente situacional, es decir que haya sido algo puntual el quedarte bloqueado. Pero si esto fuera algo habitual para ti, tal vez entonces podríamos hablar de falta de autoconfianza, autoestima y asertividad.
Sí, tres elementos básicos si quieres poder defender tus derechos, expresar tus opiniones y emociones desde la serenidad y seguridad, sin caer en la agresividad o la sumisión. Si has detectado que éste es tu punto flaco, no te castigues, es una buena noticia, porque ahora estás más cerca de ponerte a trabajar para mejorar este aspecto.
De la misma manera que puedes entrenarte en otras áreas vitales y fortalecer tus músculos e intelecto, ¿por qué no ibas a poder hacerlo cuando lo que está en juego es tu dignidad, tu autorrespeto y tu autocuidado?
Si tú no te cuidas, si tú no te procuras el espacio, tiempo y límites necesarios para potenciar tu libertad de acción y expresión, ¿por qué te sorprendes de que otros acaben pasándote por encima?
¿De qué estamos hablando? Hablamos de:
- Libertad para poder tomarte un tiempo para pensar cuando te hacen una petición o te piden que decidas.
- Libertad para poder decir no sin sentirte culpable
- Libertad para mantener tu propio criterio y opinión.
#1. «Necesito pensarlo”
Esta es una de las contestaciones asertivas que das cuando te permites ejercer el derecho a tomarte un tiempo para pensar sobre lo que tienes que decidir, sin presión, sin coacción, sin miedo a decepcionar al de enfrente.
Si eres de los que sudan cuando tienen que decir “no”, porque evitas el conflicto a toda costa. Si te sientes muy incómodo cuando el otro se frustra, decepciona o enfada por tu negativa, esta respuesta asertiva te ayuda a tomar distancia y no forzarte a decir “sí” cuando no lo tienes claro o no tienes toda la información necesaria en ese momento.
La otra parte puede tener urgencia, pero tú tienes derecho a disponer de las condiciones necesarias de tiempo, información y tranquilidad para poder valorar si aceptas la proposición o no.
Además el expresar que quieres pensarlo, hará que los demás valoren más el esfuerzo que haces, y te dará margen suficiente para buscar alternativas de negociación que puedan contentar a todos.
#2. «Gracias, pero no lo necesito»
Es una frase asertiva en la que rechazas amablemente una propuesta que te trasladan, ya que no te identificas con ella, la consideras innecesaria o no crees que sea para ti.
Suele ser muy efectiva cuando la otra parte intenta enfatizar insistentemente en las ventajas de una opción que, si bien puede resultar estupenda para otros, no tiene por qué ser lo que se ajusta a tus criterios y valores actuales.
En ningún momento entras a debatir o cuestionar los múltiples beneficios que puede conllevar lo que te están ofreciendo o inculcando, simplemente ejerces tu derecho a decidir qué es lo mejor para ti. Por supuesto que asumes que puedes equivocarte, pero aun así prefieres ser tú, y no otros, quien decida cuáles son tus necesidades.
#3. «Te agradezco que te preocupes, pero me encuentro bien»
Ésta viene a ser una versión de la anterior, en el sentido de que es aplicable a cuando te topas con personas que intentan dogmatizarte, reeducarte o dirigir tu comportamiento, a pesar de que no les has pedido su opinión o les has reiterado que quieres tomar otro camino al que te marcan.
Cierto es que puedes estar absolutamente convencido de que la otra parte, te lo diga con la mejor de las intenciones y tenga a su vez la certeza sobre qué es lo que mejor te conviene; pero de nuevo tienes el derecho a tomar tus propias decisiones e incluso equivocarte.
#4. “Yo tengo otra opinión al respecto”
Respuesta que puedes utilizar cuando te encuentres en situaciones conflictivas en las que intentan invalidar lo que piensas o sientes, descalificando tus opiniones, e intentando imponer un criterio como si de la verdad absoluta se tratase.
Si estás ante una persona con un planteamiento rígido, prepotente o muy cerrado, no te desgastes en intentar explicar tu opinión o puntualizar la suya. Reserva tus energías para quién esté dispuesto a recibir otro punto de vista que sea diferente al suyo. Eso sí, puedes mantenerte con esta frase y expresar que tú piensas de otra manera.
#5. «Bueno, no tenemos por qué estar de acuerdo en todo»
En ocasiones, será muy difícil llegar a un acuerdo con la otra parte. No tiene sentido persuadir, coaccionar o manipular para forzar una negociación que no ha surgido de forma libre o fluida. En esos casos, es recomendable posponer la conversación hasta que puedan incorporarse nuevas ideas, datos o propuestas.
Ante la imposibilidad de llegar a un consenso, puedes sencillamente concederte el derecho a ti y a la otra parte de mostrar el desacuerdo sin dramatizar, pudiendo enfocarlo como algo neutro o positivo:
#6. «Te entiendo porque…, pero no lo comparto”
Esta argumentación te permite mostrarte empático con la postura del otro, haciéndole saber que puedes ponerte en su lugar, comprender las razones que le han llevado a determinadas acciones o elecciones; al tiempo que te concedes el derecho a discrepar y/o desaprobar lo que te llega.
La idea que subyace es “puedo ver por tus ojos, pero no me identifico con tu mirada ni con tu enfoque”
#7. «Si lo has interpretado así, entiendo que te sientas mal»
Cuando la otra persona se siente ofendida y te atribuye unas intenciones que no son las tuyas, puedes frustrarte, enfadarte de forma descontrolada y entrar en cólera, mostrarte sumiso y bloqueado, o responder de forma asertiva.
Cuando escoges esta última opción, explicas tu postura con tranquilidad y seguridad, pero si a pesar de eso la otra parte sigue ofendida, no insistes más ni entras en continuas justificaciones.
Decides validar su emoción, reconocerle el derecho a sentirse así, aunque especificas que su emoción negativa es el resultado de la interpretación que ha hecho de los hechos o de tu conducta.
¿Eres asertivo?
¿Tienes este tipo de respuestas asertivas en tus relaciones sociales?
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Hola Patricia!! Feliz año!!
Que completo artículo sobre una actitud tan necesaria en la vida como olvidada en la educación. Lo cierto es que las personas asertivas se descubren a sí mismas en cuanto cruzas cuatro palabras con ellas. Desprenden madurez y responsabilidad personal a cada momento.
Pero qué complicado puede llegar a serlo con personas con las que tenemos un fuerte vínculo emocional, de las que tenemos cierta dependencia o incluso a las que admiramos. ¡Un trabajo diario que no podemos dejar de hacer!
Un abrazo grande!!
Hola Jesús,
Igualmente, ¡feliz 2016!
Ser asertivo no es complicado, lo hacemos complicado cuando no sabemos que es un derecho sano y legítimo que tenemos, cuando se nos olvida que las necesidades del otro son igual de válidas que las nuestras y cuando necesitamos ser o parecer políticamente correctos o valorados en todo y por todos.
Pero tienes razón, cuando el de enfrente es alguien importante para nosotros, emocionalmente hablando, el miedo a decepcionar o que el otro sufra, la tarea de expresar lo que pensamos o sentimos se hace un poco más difícil. Yo soy de las que piensan que eligiendo bien las palabras y los gestos, podemos expresar prácticamente todo a todos, sin sumisión ni agresividad.
Gracias por pasarte y tus aportaciones siempre tan constructivas.
Feliz año y gracias por tus estupendos consejos.
Gracias a ti Elvira por tu comentario, es un aliciente para seguir aportando contenidos en el Blog que os puedan resultar de utilidad. La asertividad es una herramienta que con práctica todos podemos aprender para no desgastarnos tanto en los desacuerdos y mejorar la comunicación.