Después de dos décadas de experiencia profesional en la clínica, he comprobado cómo lo determinante no es lo que le ocurre al paciente sino como él lo vive, cómo le se lo cuenta.
El lenguaje que utilice, las palabras concretas que escoja para definir su problema, pueden marcar la diferencia entre estar triste o estar deprimido.
No hay ser humano que carezca de autodiálogo.
Si crees que tú no lo tienes o te cuesta mucho acceder a ello, es porque lo tienes tan automatizado que pasa desapercibido para ti.
Solo haciéndolo consciente, siendo especialmente observador de tus pensamientos, podrás ponerlo al servicio de tu bienestar emocional.
Si comienzas simplemente a registrar durante 2 semanas…
cómo te hablas,
cómo te narras un suceso vivido
cómo te lanzas mensajes antes de un acontecimiento que te preocupa
…tendrás una muestra representativa de tu autodiálogo y el estado de su salud.
Este diálogo interior puede manifestarse en formato terapéutico cuando escribes un diario.
Así que, podría resultar muy útil que, durante unas semanas al menos, eligieras un momento del día para, sencillamente, permitirte plasmar en palabras lo que te invade.
Hazlo sin seguir una temática concreta, ni directrices prefijadas. Hazlo sin censura, para que pasado un tiempo, puedas valorar si:
- ¿Tiene un porcentaje significativo de palabras absolutistas o radicales (todo, nada, siempre, nunca, fatal, terrible, genial)?
- ¿Tiene un tono más parecido al de un amigo, al de una víctima o al de un tirano?
- ¿Es frecuente la cantidad de autocrítica que aparece?
- ¿Te ayuda a entenderte mejor?
Esta práctica puede convertirse en una poderosa herramienta para cambiarte a ti mismo. ¿Me dejas explicarte por qué?
3 razones por las que el autodiálogo es un tesoro:
#1. Influye directamente sobre tus emociones
¿Has deseado alguna vez que las cosas fueran diferentes?
¿Te has encontrado con la frustración evidente de que tus circunstancias resultasen inamovibles en principio?
En estos casos, el autodiálogo puede ser un recurso que te haga pasar de una emoción negativa a una positiva, sin que lo de fuera cambie, ni pase necesariamente mucho tiempo.
¿Cómo? Modificando la forma en la que te cuentas lo sucedido. Si no te sale espontáneamente, puedes imaginar cómo le hablarías a alguien en la misma situación:
- ¿qué información le subrayarías en fluorescente?,
- ¿qué otra dejarías de lado?,
- ¿qué tono emplearías para mostrarte comprensivo a la vez que positivo?
Nadie te pide que te autoengañes con un cuento de Disney de final feliz, solo que estés atento al inmenso poder de las palabras.
Cambia el tono, el vocabulario que escoges, los argumentos, etc, haz lo que tengas que hacer, para darle un nuevo significado a lo sucedido, sin que la realidad tenga que alterarse.
Por ejemplo, si mi amigo se ha distanciado de mí, puedo contarme este mismo hecho con varios autodiálogos:
#Versión autodiálogo victimista: “Ahora me quedaré solo. Ya lo veía venir. La amistad no existe. No debo importarle tanto como decía”.
#Versión autodiálogo tirano: “Algo he debido de hacer que le ha sentado fatal. No me extraña, si es que con las charlas aburridas que le daba, contando mis miserias, al final se ha hartado de mi. Toda la gente me abandona. Soy lo peor. Al final tengo lo que merezco”
#Versión autodiálogo empático y resolutivo: “La verdad es que nos hemos distanciado. Ha sido una cosa mutua, en realidad, la amistad es como cualquier otro vínculo, va evolucionando. Lo echo de menos. Voy a pensar qué puedo hacer para recuperar esta conexión, sin pretender que las cosas sean exactamente como antes. Cada etapa tiene su momento”
¿Observas la relacion tan directa entre el autodiálogo y la emoción posterior que provoca?
Pues no lo observes, ¡practícalo!
#2. Aumenta tu autoconocimiento y conexión contigo mismo.
¿Has experimentado alguna vez la imperiosa necesidad de quedarte a solas para ordenar ideas, reflexionar, conectarte contigo mismo, con lo que necesitas, con lo que te sobra, con lo que quieres planificar, etc.?
El ser humano necesita tener espacios de silencio y de calma para poder conectar con su mundo emocional, y una forma de hacerlo (que no la única) es esta: dejar que los pensamientos nazcan y fluyan a través de ti.
Probablemente ni te habías percatado, pero estás continuamente hablándote, así que dale un uso a ese charlatán que llevas dentro.
El guión lo escribes tú, y puedes elegir temática: contarte todo aquello que te hace sentir gratitud, ternura, ilusión, motivación, alegría, satisfacción, etc.
¿Sabes por qué? Porque las emociones positivas también pueden surgir cuando las llamas a través del autodiálogo
#3. Regula y disminuye la ansiedad anticipatoria.
Si padeces de ansiedad anticipatoria, sabrás que pecas de una excesiva intolerancia ante la incertidumbre y una necesidad de tener bajo control todo lo que te rodea.
Por eso, es más frecuente en personas con un alto grado de exigencia sobre su propio rendimiento.
Cuando se apodera de ti, tu autodiálogo se vuelve estresante y asfixiante con frases como “puff, no creo que lo consiga”, “no voy a poder soportarlo”, “¿y si las cosas se tuercen demasiado y todo se estropea?”, “no puedo ni imaginar lo que me espera”.
¿Estos mensajitos no son de mucha ayuda, no?
Si le hablaras así a un amigo, ¡flaco favor le estarías haciendo!¿verdad?
Cuando estas sentencias fatalistas te las generas tú mismo, solo queda la opción de modificar el diálogo interno que está sobreactivándote y bloqueándote.
La figura de un entrenador es crucial.
¿Y si tú pudieras ser tu mejor coach emocional?
Uno constructivo puede sacar la mejor versión del deportista, y uno destructivo puede hundirle en la miseria.
En ese sentido, hay un entrenador que va contigo a todos lados, y que puedes convertir en alguien tónico o tóxico para ti: tú autodiálogo.
Porque recuerda que, hagas lo que hagas, no puedes dejar de hablarte a ti mismo.
Si estás anticipando una situación, intenta darte autoinstrucciones realistas, pero tranquilizadoras, tales como:
“Es normal que estés un poco activado, lo que vas a hacer te importa y quieres hacerlo lo mejor posible.Vamos a visualizarlo en positivo, recuerda la cantidad de veces que después compruebas que no ha sido algo terrible, o que incluso ha ido bien”
Si quieres saber más sobre como lanzarte autoafirmaciones eficaces, lee este artículo.
¿Eras consciente de cómo te hablabas
a ti mismo antes de leer este post?
¿Tu diálogo interno es más parecido al de un amigo o
al de un crítico destructivo?
Deje su comentario