¿Qué puedo hacer para que venga a verte mi hermana?
¿Qué le digo a mi marido para que te pida cita?
¿Cómo convenzo a mi hijo de que tiene que pedir ayuda profesional?
Son algunas de las preguntas que me formulan quienes tienen un familiar, amigo o pareja al que están viendo sufrir durante un tiempo prolongado, sin que mejore o haga algo para salir de la situación que le provoca ese malestar mental y emocional.
En mi experiencia clínica, no se puede ni se debe ayudar a quien no quiere ser ayudado. Y no recomiendo, bajo ningún concepto, engañar, presionar o amenazar para que acuda al psicólogo aquel a quien quieres.
Si viene a la consulta por coacción, no es extraño que boicotee la terapia, que la abandone antes de tiempo, y lo que es seguro, que no esté receptivo ni se exprese o muestre tal cual es.
Cuando todo esto ocurre, podrás imaginar que la eficacia y el aprovechamiento de la psicoterapia son muy limitados.
Por eso, una de las primeras preguntas que hago durante la evaluación de un paciente es: “¿qué te ha hecho venir ahora?, ¿cuál es tu motivo para consultar en estos momentos y no en otros?”
Y si detecto que entre los motivos aparecen cosas como:
“vengo más que nada, porque mi mujer me ha dicho que si no hago terapia se separa”
“vengo porque mi marido piensa que tengo un problema”,
“vengo porque mi hermana me ha insistido mucho, pero la verdad no creo que esto sirva en mi caso”.
Entonces, le explico al consultante la inutilidad de mi ayuda en su caso, y le emplazo a buscar motivos propios (y no prestados) para consultar.
Por otro lado, hay personas que vienen a la consulta más escépticas, dudosas o con sus resistencias, y necesitan probar una o dos sesiones, darse y darme una oportunidad como profesional. En ese caso, no hay inconveniente en que prueben y vayan permitiéndose sentirse escuchados y comprendidos, poco a poco.
Otra cosa, completamente distinta, es quien viene engañado o coaccionado. De ahí que cuando alguien me llama para coger una cita para otra persona adulta, siempre pongo como condición antes de dársela, ponerme en contacto con el protagonista en cuestión, para proteger al máximo el derecho de cada persona a recibir ayuda desde la libertad.
En mi opinión, ningún psicólogo debería tratar a nadie que acudiera a psicoterapia sin saber que va a ese profesional porque le han preparado una encerrona.
El fin no justifica los medios, y los profesionales sanitarios debemos de tenerlo clarísimo para detener cualquier intento manipulativo o coercitivo para realizar psicoterapia, aunque venga envuelto de las mejores intenciones.
Ahora bien, si tienes a alguien cercano, a quien quieres incentivar o movilizar para dar el paso de acudir a un psicólogo, porque notas que se está cerrando en sí mismo, hay cosas que puedes hacer para ayudarle:
#1. Sugerir justo cuando expresa su dolor o su queja
Estar insistiendo regularmente cada vez que le vemos o saludamos no es muy eficaz. Es más, la otra persona puede acabar habituándose a tu discurso o incluso saturarse, dejando de prestar atención a tu propuesta o considerándola “más de lo mismo”.
Sin embargo, si esperas a que se abra a ti y vuelque su malestar, habrás encontrado el momento adecuado para mostrarte empático, y preguntarle, lo más respetuosamente que puedas “¿puedo proponerte algo?” o “¿me dejas que te cuente lo que se me ha ocurrido que podría ayudarte y por qué?
Otro instante en el que estará más receptivo es cuando exprese que está harto de estar así, que no ve solución, que solo no puede, etc. Detrás de todas esas quejas, tu invitación a buscar la ayuda de un psicólogo puede ser la mejor réplica.
#2. Asegurarle control sobre la situación.
Por muy mal que uno esté, a nadie le gusta que decidan por él, y mucho menos sobre su salud o bienestar emocional.
Por eso, es importante que tu familiar, amigo o pareja sienta que puede elegir cómo quiere que le ayuden.
Anímale a escoger el profesional con el que se sienta identificado, con el que sienta feeling y confianza. Para ello puede ser muy útil que le invites a probar una sesión sin compromiso, recordándole que tendrá plena libertad de continuar o buscar otro profesional.
En mi experiencia como psicóloga, muchas personas que acuden con miedos, dudas y escepticismo a la primera sesión, al acabar la consulta sienten que se han quitado un gran peso de encima y que ha sido mucho más fluido y fácil de lo que se imaginaban.
#3. Ofrécele información antes de llevarle a la consulta.
En algunos casos, resulta muy positivo que tu familiar o amigo pueda acceder a información relacionada con la psicología o la psicoterapia.
Quizá para ti sea evidente, pero lo cierto es que la figura del psicólogo suele ser aún desconocida para mucha gente, y detrás de ciertas reticencias a pedir ayuda psicológica, nos encontramos innumerables creencias irracionales, mitos o ideas contaminadas desde el desconocimiento.
Así que asegúrate de que la fuente de que proviene la información es fiable.
A veces antes de pedir cita con un psicólogo, la persona necesita leer acerca de su problema, tomar conciencia de que puede trabajar para su solución, incentivarse con la idea de sentirse acompañado por un profesional en su proceso de recuperación o autoconocimiento.
En esa línea, te dejo algunos artículos del Blog que pueden ser de utilidad para que se los dejes leer a quien comienza a contemplar la idea de dejarse ayudar:
¿Todos deberíamos ir al psicólogo?
¿Tienes feeling con tu psicólogo?
Enfermedades psicosomáticas: ¿voy al médico o al psicólogo?
Preguntas para el psicólogo II
Excusas para no ir al psicólogo
Cuándo ir al psicólogo: motivos de consulta
Psicólogo online, psicólogo en casa
Solicita aquí tu primera consulta orientativa, y te explicaré lo que necesites.
¿Alguien a quien quieres necesita ayuda psicológica?
¿Crees que tu familiar o amigo se beneficiaría de acudir a un psicólogo?
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