No solo somos podemos engancharnos a determinadas sustancias, también es posible adentrarnos en relaciones tóxicas, de esas que nos van consumiendo, que nos hacen olvidarnos de quién somos verdaderamente, que nos hacen renunciar a lo que queremos.
«Tú y yo somos uno» no es el título de una bonita historia de amor. De hecho, puede ser tu peor pesadilla, porque significa que pasas a con-fundirte con el otro, perdiendo tu identidad y el respeto por ti mismo.
En el artículo de hoy, la autora invitada quiere contarte en primera persona cómo esa con-fusión le hizo romperse por dentro, al tiempo que trae un mensaje de esperanza y aliento: «sí, se puede salir de eso»
¡Adelante, te escuchamos!
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………..
¿Cómo pude estar tan rota? Es la pregunta que me hago cuando pienso en lo que fui durante casi un año: una persona a medias, partida.
Me llamo Gaby y vengo a contar una historia que nunca creí que le pudiera pasar a alguien como yo: tuve una relación de dependencia muy tóxica y muy dañina.
Esta introducción suena un poco a presentación de Alcohólicos Anónimos, pero es que no creo que mi relación con esta persona diste mucho de la relación de un borracho con la bebida: somos los dos adictos a algo nocivo en cualquier caso, somos los dos dependientes, somos los dos personas a medias, necesitando un extra externo, somos los dos vulnerables. Estamos los dos rotos.
Tengo la sensación de que todo el mundo ha oído hablar de relaciones de dependencia, de que muchos las hemos sufrido, pero no todos somos conscientes de lo que suponen.
Una relación de dependencia te anula como persona. Una relación de dependencia te condena a vivir esperando algo del otro. Una relación de dependencia te hunde en la desesperación de la intranquilidad, de depositarle la responsabilidad de tu bienestar a otro.
Peor aún, una relación de dependencia tóxica te parte en muchos trocitos, te pisotea, te hace vulnerable, te pudre, te contamina, te condena, te convierte en alguien diferente mientras dura.
Sospechamos que tuve depresión. Durante medio año lloré una media de cuatro veces por semana, calculo. Tomé mucho Diazepan y muchos hipnóticos, en vano. Me humillé más de lo que me atrevo a reconocer, para no reconocer el valor que se me daba.
Hice cosas que escaparon a mi control, me vi fuera de mí. Me desquicié incontrolablemente, hasta llegar a una comisaría. Dormí mucho menos de lo necesario.
Dejé de reconocerme, hasta en el espejo. Mentí y oculté cosas a gente que quiero. Perdí el apetito, me quedaron grandes hasta las bragas. Y mi madre me amenazó con cruzarse medio globo para ir a buscarme a la otra punta del mundo en la que vivía.
¿Cómo pude estar tan rota, pues?
¿Cómo pude convertirme en esa persona a trozos?
¿Cómo pude estar tan paralizada, tan inválida?
¿Cómo pude sentirme tan poca cosa?
¿Cómo alguien como yo llega a este punto por otra persona?
Alguien como yo, que elige, que vive a pesar del miedo, que toma decisiones para valientes muchas veces, que ha demostrado ser capaz de mucho y tener recursos de sobra.
Alguien como yo, que descubrió a los 21 la libertad de estar soltera y entera, de sentirse dueña de sí misma. Alguien como yo, que prefirió no estar con nadie muchas veces, a pesar de varios hombres.
Viví rota muchos meses, ¿entiendes? Dejé de ser yo, dejé de encontrarme. Fui protagonista de situaciones en las que no me había imaginado jamás. Incluso viví amenazada varias semanas, con miedo; pero miedo de terror, de sentirme insegura, de no saber qué esperar.
¿Cómo se llega a este punto? Fui chantajeada, insultada, amenazada, humillada, menospreciada e invadida hasta en mi propia casa. Mi libertad sufrió un gran deterioro, estuvo limitada por las decisiones de alguien que no era yo. Qué locura. ¿Cómo pude permitirlo?
Aún escribiendo esto y dándome cuenta del drama, no quiero que se me malinterprete. No me estoy presentando a mí misma como una víctima. A mí nadie me secuestró. Yo elegía cada día, pero elegía mal, porque no encontraba la manera de hacerlo diferente. Y también hice cosas feas, hice daño, invadí a la otra persona. Con él fui la peor versión de mí misma.
Dicen que esto le puede pasar a cualquiera. Dicen, de hecho, que le pasa a mucha gente. Pero, entonces, ¿por qué nadie nos previene? ¿Por qué nadie nos enseña a poner límites, a protegernos?
Es por eso que estoy escribiendo hoy aquí, porque sentirse tan vulnerable, tan rota, tan poca cosa, no está bien, porque es difícil reconocerse en una relación tóxica y de dependencia, identificar las conductas erróneas, los sentimientos, porque mi historia puede ayudar a alguien a abrir los ojos; porque, si bien al final salí airosa de este infierno, a menudo me planteé que la línea entre una relación de este tipo y el maltrato es muy fina. Y esto es muy, muy grave.
Le pregunté a Patricia muchas veces, en nuestras sesiones, por qué me estaba pasando una cosa así, qué podía estar tan mal dentro de mí. Y es una pregunta difícil de responder, incluso para mí, que tengo acceso a todos mis secretos. En estos meses pude darme algunas respuestas, pude entender algunas cosas.
Y ahora que me he reconstruido y me he reencontrado; ahora que vuelvo a estar entera, a ser dueña de mí misma; ahora que escapé del miedo, que ya no sufro amenazas; ahora que no necesito a nadie, que me encuentro en mí; ahora que soy la versión auténtica de mí misma, no cabe en mi cabeza que pudiera estar tan rota.
Autora: Gaby Carreira, http://www.elfuturonuncaexistio.com (Que yo también escribo :))
“Que nada nos limite. Que nada nos defina. Que nada nos sujete.
Que la libertad sea nuestra propia sustancia”. Simone de Beauvoir
¿Tú también has tenido una relación tóxica?
¿Crees que estás viviendo una relación tóxica?
Hola Gabi, me ha impactado tu historia y siento que pasaras por ello. Yo también tuve una relación tóxica pero no del mismo tipo que la tuya, me enamoré de una persona hasta el punto de la obsesión y él sólo iba y venía a su antojo, era lo que por lo visto llaman «Guadiana» pero yo no podía avanzar y me estanqué en un mundo imaginario en el que siempre tenía la esperanza de poder vivir una historia real y estable a su lado. Fueron tres años y me comporté de una manera a veces espeluznante, humillándome e incuso teniendo pensamientos horribles en contra de mí misma. Con la ayuda de Patricia, logré salir de aquello, recomponer mi vida y ahora me siento feliz junto a una persona, pero lo más importante es que me empecé a sentir yo misma y que no necesitaba a nadie (me refiero a un hombre) para ser feliz y entonces empecé a disfrutar de todo. Un abrazo.
Hola Malena,
Muchas gracias por tu comentario, que sepas que testimonios como el tuyo y el de Gaby, de mujeres valientes que avanzaron a pesar del miedo (porque el valiente es el que avanza a pesar del miedo, no el que no lo tiene) son importantísimos. A veces creo que estar escuchando las mismas palabras de distintas bocas y diferentes almas y psiques, pero con un mínimo común denominador: el sufrimiento de no quererse lo suficiente como para conformarse con migajas. No, se acabó, por supuesto que podéis aspirar a que os amen con reciprocidad, con determinación, con salud.
Sabes que te mando un abrazo fuerte y mucha energía, y que este nuevo año que has estrenado hace poco, sea un reto más para seguir creciendo por tu libertad y tus derechos.
Gracias, Patri. Fuiste y sigues siendo un gran apoyo. Carcajadas y llantos descontenidos a través de una pantalla que no nos suponía ninguna distancia.
Un abrazo,
A ti Gaby, por dejarme confirmar de nuevo en la asombrosa capacidad de cambio que tenemos los seres humanos a pesar de nuestros miedos. Aquí estoy. Un abrazo luchadora
Muchas gracias por compartir esta experiencia.
Creo que muchos en la vida nos vemos en una situación así, más o menos extrema y para mi lo importante es aprender, la vida te trae eso para que de verdad aprendas y si no haces caso te volverá a poner en una situación igual o peor.
Así que hagamos los deberes y a quererse a uno mismo porque ese es el único amor que podemos controlar y que está en nuestras manos y además ese si puede ser para siempre.
Hola Francisco,
Gracias por pasarte, un honor tenerte por el Blog.
Me gusta mucho tu propuesta de buscar un aprendizaje de los obstáculos y adversidades, al final siempre queda la oportunidad de leer lo que los cristales rotos quieren decirnos.
Hola Gaby y Patricia,
Yo tengo dos meses de haber terminado mi relación, la cual duro exactamente un año, año lleno de altos y bajos, de problemas de inseguridad, celos, desconfianza, de muchas palabras, promesas, y poca acción, cabe destacar que el fue una persona que se presento como la persona mas carismática y agradable posible, le caía bien a todo quien conociera, hacia amistades a donde fuéramos, y yo estaba encantada, enamorada, fascinada por semejante ser, el fue quien me abordo y se encargo de adentrarse en mi vida, yo ya tenia muchos años sola, la verdad no me molestaba mi soledad, pero cuando se presento en mi vida yo le abrí las puertas, y dije porque no?, y así empezó nuestra historia, el tenia poco tiempo de haber terminado una relación de aproximadamente 3 años, relación que el aseguraba tenia mucho que se venia deteriorando, el tiene un hijo de otra relación de su adolescencia, cuando hubo mas confianza me contó que en sus relaciones pasadas le había ido muy mal porque las personas le habían fallado le habían sido infieles y el les había pagado con la misma moneda, yo nunca lo entendí, si estas en una situación así porque seguir?, y me dije que tal vez por eso estábamos en la vida del uno y del otro que eramos nuestra recompensa, pero grave equivocación, su ex seguía figurando, le llamaba constantemente, cuando estaba conmigo nunca contesto las llamadas, así fue durante medio año, hasta que le dije que tenia que poner un alto, y aparentemente lo hizo, las cosas se calmaron, y pasaron los meses, decidimos intentar tener un bebe y lo perdimos, un proceso muy duro para mi, paso un mes y yo sentía que algo no estaba bien, le revisaba el celular, en dos ocasiones le encontré mensajes pero el negaba todo, la ultima vez contacte a una de las mujeres y me mando las pruebas, lo confronte y lo negó aun con pruebas en mano, entonces decidí terminar la relación, después de eso seguía insistiendo, diciendo que todo era falso.
sigue siendo duro, pero creo que fue la mejor decisión que he tomado.