¿Has oído hablar de este síndrome? Quizá por su nombre propio no, pero puede que la sensación de “estar hasta arriba” o sobrepasado por el trabajo te resulte familiar.
Hablamos del burnout o síndrome del trabajador desgastado, una respuesta de estrés crónico en el trabajo. Es algo que va más allá del típico estrés laboral, pues se mantiene por largas temporadas de tiempo en una intensidad tan elevada que verdaderamente sientes que no hay forma de salir airoso de esa situación.
Es más frecuente en determinados colectivos como educadores, maestros, cuidadores de dependientes, sanitarios, seguridad y protección ciudadana, etc., es decir, aquellos que están en contacto permanente con personas que demandan ayuda y atención, aunque podemos encontrarlo en las distintas profesiones.
Por otro lado, hay determinados ambientes laborales que son caldo de cultivo para el síndrome de burnout:
- Trabajar aislado.
- Ser objeto de acoso moral o mobbing
- Ir perdiendo funciones o responsabilidades.
- Tener limitadas las oportunidades de promoción y reconocimiento.
- Carecer de apoyo o feeling con los compañeros.
- Exceso de demandas por temporada o bajas de compañeros.
Además, si eres mujer, menor de 35 años, idealista, con poco apoyo familiar y sin pareja, tienes más probabilidad de sufrirlo, porque llevar poco tiempo en el mundo laboral y no contar con apoyos afectivos, te hace más propenso a padecerlo.
¿Por qué?
Pues esto puede explicarse, entre otras cosas, porque es en los primeros años de desarrollo profesional donde se produce mayor frustración y mayor contraste entre las expectativas idílicas que te habías marcado y la cruda realidad de lo que recibes en términos económicos y de reconocimiento.
Aguantas más por aquello de …
Todo esto hace que autojustifiques tu situación y te sientas más impotente para poder cambiarla
Esto último refleja una de las diferencias más notorias entre este síndrome y el simple estrés. Cuando estás estresado por el trabajo, eres consciente de la sobrecarga que experimentas; mientras que estar quemado puede hacerte negar lo que te está ocurriendo, pensando que es temporal o simple cansancio.
¿En qué síntomas te lo puedes notar?
#1. Intenso agotamiento: sensación de falta de energía.
En primer lugar, lo que experimentas es un cansancio extremo desde que te levantas hasta que te acuestas, que va más allá del plano físico, y que puedes manifestar incluso cuando no trabajas.
Puedes mostrar también gran dificultad para concentrarte o llevar a cabo tareas que te requieran atención o escucha.
#2. Cambios en tu cuerpo que te hacen consultar al médico:
Comienzas a padecer dolores recurrentes de cabeza, problemas de sueño, molestias digestivas (estreñimiento, diarreas, nauseas), taquicardia, etc.
#3. Conductas adictivas.
La ansiedad y la inquietud permanentes pueden derivar en trastornos alimentarios (sobreingesta compulsiva) o comportamientos adictivos relacionados con el alcohol, los psicofármacos para dormir, tabaco, cocaína, marihuana, etc.
#4. Despersonalización hacia el trabajo y todo lo relacionado con ello.
Desarrollas un profundo rechazo hacia los clientes, las instrucciones de los supervisores y/o los comentarios de los compañeros.
En ocasiones, puedes mostrarte cínico, sarcástico y falso como consecuencia de la aversión que te genera todo lo asociado al trabajo.
#5. Baja autoeficacia y falta de realización personal.
Sientes que tu contexto laboral no te da la posibilidad de desarrollarte, ascender o mejorar tus competencias profesionales, por lo que acabas sintiéndote poco útil para la empresa, ineficaz y fracasado.
No crees aportar nada determinante, no te sientes parte de un proyecto y pierdes completamente el interés por lo que haces. Tu desempeño se ve alterado, afectando consiguientemente a tu autoestima.
#6. Impotencia y depresión.
No percibes que tengas control sobre los acontecimientos, te sientes frustrado y abatido, por lo que los síntomas depresivos y de ansiedad no tardan en aparecer.
Es frecuente que te muestres más irritable y con menor tolerancia a la frustración, reaccionando de forma desproporcionada ante obstáculos o críticas.
¿Cuándo aparece?
El burnout es una patología que no emerge de la noche a la mañana, es un proceso continuo que se va instalando gradualmente en tu vida y que va dándote avisos, pues puede evidenciarse en diferentes niveles según la fase en la que se encuentre.
#Fase 1. Comienza a alargarse la jornada laboral, pero buscas razones para justificarlo, sin apenas cuestionarte que podría haber otra alternativa.
#Fase 2. Estancamiento. No se cumplen las expectativas profesionales con las que partías, y empiezas a percibir un claro desequilibrio entre el esfuerzo y la recompensa.
#Fase 3. Frustración. Ir a trabajar ya no tiene sentido. Tu salud te envía avisos, pues tu cuerpo y tu mente se resienten. Cualquier pequeño obstáculo te irrita y te descoloca.
#Fase 4. Apatía. Te distancias emocionalmente de todo lo relacionado con el trabajo y evitas en lo posible las tareas estresantes. Prefieres y necesitas ausentarte del trabajo con frecuencia.
#Fase 5. Estar quemado. Te planteas dejar el trabajo seriamente. Tu salud se ve muy afectada y te sientes saturado física y emocionalmente.
Si leyendo el artículo te has sentido identificado en algún grado, has de saber que puedes encontrar en la psicoterapia recursos de ayuda para afrontar esta situación.
Pregunta al profesional, consulta con un psicólogo.
¿Estás quemado por tu trabajo?
¿Estás experimentando el síndrome de burnout?
Con permiso, ¿te importa que copie y pegue el artículo tal cuál y lo envié por carta a mi ex-jefa?. Junto con unos explosivos de corto alcance, jejeje.
Muy interesante la descripción tan detallada que haces de este estado tan patológico!! Y lo curioso es que cuando lo vives, puedes ser consciente de ello o no… pero lo vives (y es un infierno).
Las veces que lo he padecido, sobretodo manifesté ansiedad, insomnio y tendencias adictivas.
Muchas gracias por abordar este tema tan frecuente y común en nuestros días.
Un abrazo Patricia!!
Pues no te creas que no es buena idea dar esta información a algunos jefes, de hecho es una clave para distinguir a un jefe de un buen líder, al segundo no le pasa desapercibido que sus subordinados «estén quemados», y desde luego no le es indiferente el tema.
Sí, Jesús, aunque parezca sorprendente podemos estar meses así sin darnos cuenta de la dimensión que está cobrando en nuestras vidas, aunque luego efectivamente uno lo recuerda como «de las peores épocas de su vida». El miedo al cambio, la falta de asertividad para defender nuestros derechos, el creerse que uno no va a encontrar nada mejor nos hacen permanecer en esa ruleta de hamster.
¡Gracias a ti por tu comentario!