Rencor: veneno para la salud

  • Sólo deseo que recibas lo que mereces.
  • Por mí como si se muere, uno menos.
  • Te odio con todas mis fuerzas.

Pensamientos que coexisten con una emoción que es más o menos familiar para según quién: el rencor. Hablamos de un sentimiento de odio o aversión hacia alguien que te ha dañado o ha perjudicado a quien amas.

Genera ecos negativos, incluso en ausencia ya del estímulo que te hirió originalmente, de modo que re-experimentas el dolor,  una y otra vez, al rememorar lo que te ofendió.

Revives sensaciones de angustia, dolor  y frustración. Imagina esto diariamente durante años, ¿puedes hacerte una idea del poso que va quedando en tu mente y en tu cuerpo?

Ante determinadas heridas (infidelidad, maltrato, abuso, humillación, despido improcedente, manipulaciones, vejaciones, etc.), especialmente si las percibes como injustas o brutalmente dolorosas, es inevitable que desarrolles sentimientos intensos negativos.

Son válidos y adaptativos a corto plazo, porque te recuerdan lo que pasó. Te sirven para defenderte de otro posible “ataque”, o para alejarte de  determinadas personas que pueden resultarte dañinas o tóxicas.

Pasado un tiempo, si estos sentimientos persisten con la misma intensidad y se cuelan con frecuencia, ya no hablamos de una reacción adaptativa, sino disfuncional, porque empiezan a perjudicarte.

A todo el mundo no le cicatrizan igual de rápido las heridas, ni las físicas ni las emocionales, ya que ese proceso depende de múltiples factores: la profundidad de la herida, el tipo de atención o apoyo recibido, el sistema inmunológico, etc.

Tanto en la lesión física como en la psicológica, si te dedicas a observar, tocar  o reabrir la zona dañada, aumentas la probabilidad de añadir toxicidad a la herida y enlentecer su recuperación y cicatrización.

El rencor es el gran regenerador de las heridas. El odio, la amargura, la aversión son como los hongos que se extienden por las paredes de nuestro organismo; y cuando se les alimenta, pueden llegar a destruir la estructura misma de nuestro edificio biológico, emocional y espiritual.

Si no haces algo con esos hongos del rencor, y te limitas a taparlos, negarlos o dejarlos que se reproduzcan sin control, no te extrañe que un día la enfermedad llame a tu puerta con un aviso, lo que en Psicología llamamos: somatización  (alteraciones físicas que tienen su origen en problemas emocionales no resueltos)

“No nos perturban las cosas, sino las opiniones que de ellas tenemos” Epicteto

Siguiendo el planteamiento del filósofo, el tiempo, esfuerzo y energía que dedicas a mantener rencor es lo que intensifica y da vigencia al dolor. Pasado un tiempo, el rencor pierde su función adaptativa y protectora, y comienza a extenderse de forma tóxica.

Tú decides el peso que quieres que tenga esa persona que te ofendió en tu vida, tú decides cuánto quieres que ocupe en tu mente el rememorarla.

Tú decides de qué te llenas. Aunque creas que el sentimiento negativo lo viertes en otro, en realidad el rencor es como un gusano que sólo recorre un camino: a ti.

Está comprobado que el rencor perjudica seriamente la salud, es una emoción que eleva directamente la tensión arterial, correlaciona con dolores de cabeza, indigestión, tensión muscular y calambres.

La gestión del dolor es fundamental. No hay una sola forma de afrontar positivamente el dolor derivado de las ofensas, pero merece la pena tener en cuenta los resultados de algunas investigaciones científicas en las que se ha demostrado que las víctimas que perdonan a sus agresores experimentan una mejoría física y psicológica mayor que aquellas que no lo hacen.

Según los últimos estudios científicos en este campo (Michael E. McCullough , psicólogo norteamericano y colaboradores) , pensar en vengarse, o fantasear con represalias, contribuye a que el cerebro segregue toxinas que actúan sobre el organismo y afectan a los sistemas cardiovascular, digestivo y nervioso.

Se concluye también que perdonar puede optimizar la calidad de vida, la presión arterial, el sistema inmune y prevenir la depresión y la ansiedad, mientras que patrones vengativos de la personalidad correlacionan con efectos negativos en la salud.

Terapéuticamente hablando, para eliminar el rencor no es necesario perdonar, pero sí es positivo y saludable gestionar adecuadamente esta emoción y no mantenerla enquistada, lo cual sólo provoca un sufrimiento adicional al dolor original.

Cómo se alimenta el rencor:

  • Preguntándose reiteradamente el porqué del comportamiento de la otra persona u otros interrogantes que no tienen respuesta.
  • Contando a los demás la historia de agravios de manera recurrente.

Algunas ideas para gestionar el rencor y transformarlo:

  • Busca una manera productiva y sana de exteriorizarlo. Escribe una carta dirigida a la persona que te ofendió, o si lo prefieres sin destinatario concreto, en la que te permitas expresar lo que te ha dolido y la sensación de impotencia o injusticia que has vivido.
  • Después deshazte de esa carta, quémala, entiérrala o déjala que vuele atada a un globo, y en su lugar siembra o dibuja algo nuevo.
  • Algunas frases que pueden facilitarte el cierre de la herida y soltar el rencor son:

“Así me ocurrió, hoy lo acepto, lo asumo. Soy consciente de que ya no se puede hacer nada. Puedo obtener un aprendizaje de lo vivido y lo incorporo a mi vida. Ahora lo que me importa es mi presente, lo que tengo aquí y ahora, y es en esto en lo que elijo poner mi atención, mi tiempo y mi energía”

“Suelto el rencor, ya no lo necesito para protegerme. Ya estoy a salvo. Ya no puedo hacer nada, ni borrar lo que ocurrió. Ir hacia atrás es perjudicial para mí. Suelto rencor, suelto lastres. Ahora vuelo ligero en mi presente”

Finalizamos con un vídeo de la psicóloga Laura García Agustín que habla de cómo liberarnos del resentimiento en el programa «No es un día cualquiera» de Radio Nacional con Pepa Fernández:

¿Sientes rencor hacia alguien?

¿Notas cómo te perjudica el rencor y el odio?

Por | 2017-07-08T15:33:50+00:00 junio 16th, 2015|Desarrollo personal|7 Comentarios

About the autor:

Licenciada en Psicología por la UAM, Col. Nº M-16099. Experto en Psicoterapia Breve. Máster en Sexología y amplia experiencia como psicóloga y formadora en el área de la psicología de la salud y la educación. Fundadora de Tupsicologia.com, asesoramiento psicológico presencial y on line, un apoyo profesional y cercano

7 Comentarios

  1. Los 100 Mejores Blogs de Psicología en - Responder

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  2. alecita.ag1990@gmail.com'
    Alejandra Aguilera en - Responder

    Me encantó cómo lo explicaste, desde la función de las emociones al ser ofendidos, cuándo es disfucional, cómo nos afecta y también como nos beneficia cuando sabemos gestionar el enojo. También los recursos ¡muy buenos!

    http://ayudapsicologicacognitivoconductual.com/

    • Muchas gracias por tu aporte Alejandra. Esa era la idea, aprender a leer el significado de las emociones, sin anularlas, para poder sacar información y provecho de todas ellas.

  3. info@consultadespertares.com'

    Muy buen artículo. Desde el enfado hasta el rencor va un camino y muchas personas se pierden en él. ¡Gracias por tu tu aportación!

  4. josea.leyva@nauta.cu'
    jose Antonio en - Responder

    Hola Patricia en cuanto pueda me pongo en contacto con usted

  5. editorweb@ups.edu.ec'

    Grandioso su artículo permite analizar desde distintos contextos varias aspectos o puntos
    mecionados desde la UPS https://www.ups.edu.ec/ felicitamos
    su aporte el cual sirve de lectura o trabajo de análisis para muchso estudiantes.

  6. soyelamor.21@gmail.com'
    Héctor Domingo Páez en - Responder

    Toda ofensa es una bendición para el ser humano, porque nos da la oportunidad de PERDONAR, no cualquiera recibe esa experiencia donde SE NOS PRESENTE la oportunidad de PERDONAR, en ese momento nos da la OCASIÓN de agradecer a Dios y en especial al que nos ofendió. EL PERDÓN GENERA energías positivas, que refuerzan nuestra inmunidad física y almática, es un favor por años. Es acá donde se entiende las palabras de Jesús de perdonar 70 veces siete.La ofensa bien entendida es una BENDICIÓN.

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