Si tienes un hijo adolescente, y tienes la sensación de estar echando un continuo pulso con alguien a quien intentas comprender y no lo consigues, no estás sol@.
Lee este artículo, entenderás que tu hijo ha entrado en un periodo de intenso desarrollo, en el que detrás de sus desafíos hay alguien que está empezando a formarse sus propias ideas y criterios. Rebelde, idealista, enérgico, capaz de pasar de la alegría a la tristeza fugazmente, sigue necesitándote.
Malenachill nos deja asomarnos, como autora invitada, al mundo adolescente desde la cotidianeidad de una madre que intenta comprender los cambios que está atravesando su hijo, sin perder el humor cuando la paciencia se agota.
La adolescencia es una etapa en la que tu hijo ya no te mira igual, porque ahora está a tu altura (o eso cree él/ella) y su mismo miedo a lo desconocido le hace estar a la defensiva, buscar su propio espacio, su lugar en el mundo, en el que tú, como padre o madre, también has cambiado de sitio.
¡Adelante Malenachill!
Quién es ese adolescente
Los hijos, nuestro gran tesoro y desde que nacen, nuestra gran responsabilidad y continua preocupación y esto ocurre a todas las edades.
Cuando son pequeños por la atención y cuidados que necesitan hasta que adquieren autonomía; cuando son mayores, porque nos preocupa su estabilidad en todos los aspectos de su vida; y cuando son adolescentes, porque se hace casi imposible comprenderles, y en algunas ocasiones, recuerdas cuando de bebés comentabas: “está para comérselo” y te preguntas por qué no te lo habrás comido.
Y es que a mi manera de ver es la etapa más complicada, incluso arriesgada para el sistema nervioso de los padres, pues nos tienen en continua tensión con sus continuos cambios de humor, actitud y ánimo.
O se levantan maravillosos y divinos de la muerte, besándote, abrazándote y hasta deseándote feliz día o amanecen con los ojos salidos de las órbitas y la cabeza dando vueltas como la niña del exorcista, escupiendo todo tipo de vocablos con los que nos califican como malos padres, maltratadores y poco dignos de su confianza y todo esto, simplemente porque les has dicho que se den un poquito de prisa que llegamos tarde al cole.
Supongo que nosotros pasamos también por ello, bueno, no lo supongo, lo afirmo, pero no lo recuerdo tan duro para mis padres, o quizás debería preguntarles a ellos, es obvio que ahora me encuentro en el bando “contrario” y no puedo verlo de la misma manera.
Y digo “contrario” porque a veces una conversación con mi adolescente me recuerda a un partido de pádel, donde buscas el hueco para meter la bola al contrario.
Sí, ellos lo saben todo, nunca están de acuerdo con nosotros, que siempre somos los que nos equivocamos y de un comentario normal, como les sigas el hilo, te acaban colando la bola por todos los lados, porque tú eres su “contrario”, su atacante, su adversario.
Yo a veces pienso que a mi adolescente le han abducido los extraterrestres, le han puesto alguna historia rara en el cerebro y me lo han devuelto transformado.
De un tiempo a esta parte no le reconozco, no sólo físicamente, con sus cambios normales y necesarios y bienvenidos sean, aunque tengamos que asumir el gasto en cremas para los granos, porque ellos siempre tienen el más grande y más feo; y cuchillas y crema de afeitar para las cuatro pelusillas del bigote que por quitarlas antes de lo debido se transforman en púas que pinchan, siempre que consigas que te den un beso, claro; sino el cambio emocional que altera tanto sus nervios y los nuestros….
Y hablando del tema de los besos, resulta que de la noche a la mañana, de repente nos quedan prohibidos, pero no en todas su modalidades, me explico:
- En la puerta del colegio, ni por asomo, sería atentar contra su intimidad delante de sus amigos y sobre todo, de sus amigas….
- Tiene que ser una vez dentro del coche con puertas y ventanas cerradas y que no haya nadie por las inmediaciones que pueda verles. Además, el beso lo dan ellos, a su manera, es decir, casi al aire, nunca nosotros, porque corren el peligro de que les abracemos y alguien lo vea.
- Palabras cariñosas, las justas y el tono de voz sin ñoñería, es decir, como si estuviéramos hablando con el panadero del barrio, de lo contrario pueden sentirse pequeños otra vez y entonces estaríamos perjudicando su evolución hacia la edad adulta.
Pues así es y en cuestión de menos de un año pasas a ser de la súper madre, guapa, joven, tipazo, comprensiva, cariñosa y digna de su admiración, a la pesada, vieja, gorda, amargada que les complica la vida, nos les entiende y sólo quiere hacerles la vida imposible.
Todo simplemente porque las normas empiezan a pincharles como agujas en su cabeza y entonces comienza el problema de la sordera selectiva, es decir, no recogieron porque no nos oyeron decírselo, deberíamos habérselo dicho más alto, pero claro, si elevas el tono de voz, estás gritándoles y por eso tampoco te hacen caso, pues sienten que les estás faltando al respeto.
Sí, el respeto, eso que sólo les suena cuando les afecta a ellos, pero que tanto les cuesta aplicar hacia los demás.
Creo que mucha gente que lea este escrito y que tenga hijos adolescentes, comprenderá de lo que hablo, porque aunque yo exagero y lo llevo un poco a la ironía, simplemente como arma de defensa para no sentirme abatida, realmente es una etapa muy difícil.
A mí me gustaría saber cómo podemos llegar a conocer lo que piensan nuestros adolescentes, me refiero a llegarles dentro para poder comprenderles y que la convivencia con ellos sea más llevadera.
Al final, las discusiones continuas van deteriorando la buena relación padres/hijos y aunque mucha gente diga o piense que hay que pasarlo, que no se puede hacer nada, yo no estoy de acuerdo.
Creo que tiene que haber una fórmula efectiva para por lo menos hacer más fácil la relación con los hijos adolescentes, llegar a comprenderles y que ellos nos dejen entrar en su mundo, aconsejarles, apoyarles y formar parte de su vida no como ogros, sino como lo que somos, sus padres que les queremos y sólo deseamos lo mejor para ellos.
¿Tienes alguien en casa que responde a estas características?
¿Cómo te llevas con tu hijo adolescente?
Autora invitada: Malenachill. Empecé buscando ideales y acabé encontrándome a mí misma. Siempre se me ha dado bien compartir, así que tenía que contarte esto que pienso. Blog: https://www.tumblr.com/blog/malenachill
En mi humilde opinión como madre de adolescentes, y sabiendo que hay muchas cosas que no hago bien, creo que el truco está en escuchar, escuchar, escuchar y cuando te canses de escuchar, escuchar. Como bien comentas, los adolescentes nos necesitan más que nunca, porque en esta etapa es cuando se empiezan a plantear todo lo aprendido y lo que les hemos enseñado.
Además, procuro siempre no imponer mi criterio y negociar. De los mayores peligros que veo en esta etapa es la imposición de los padres sin tener en cuenta los sentimientos de los hijos adolescentes.
Como siempre, un placer leerte Patricia!
Tienes razón Carmen, yo creo que necesitan ser escuchados, porque es una etapa en la que se les hace grandes las imposiciones en el cole, en casa, en su entorno en general y se sienten como que no se tienen en cuenta sus sentimientos, como tú bien dices. Yo ahora estoy intentando el ejercicio de negociar a ver si mejora la relación y voy consiguiendo a menos evitar las discusiones. Un saludo Patricia, Carmen.
Un pequeño empujón para las negociaciones Malenachill: empezar siempre por empatizar con al postura de tu hijo (por muy extravagante que te parezca, intentar ver por sus ojos y comprender sus razones), después ya se puede explicar la postura del adulto y sus ventajas, para finalizar pidiéndole activamente que entre ambos generemos una solución. ¡Ánimo!
¡Qué importante esto que señalas: la escucha! El reto para los padres en esta etapa es aceptar que los cuestionamientos que hace el hijo adolescente son necesarios, inevitables y además les preparan para ser asertivos en su futuro como adultos y poder expresar lo que piensan.
La negociación que comentas es todo un arte y lo de «porque lo digo yo», «cuando seas padre, comerás huevos» se les queda pequeño no, lo siguiente.
¡Gracias por tu comentario y tus reflexiones Carmen!
hola, mi hija adolescente es tal cual lo leido, me ha encantado y estoy de acuerdo en TODO, yo soy madre soltera y estoy pasando una mala racha, me quede sin trabajo despues de 25 años, y lo que mas deseaba era el apoyo de mi hija, pero esta siendo lo contrario aun me esta hundiendo mas, ¡y siempre le digo ME DAS MAS TRABAJO AHORA CON 17 QUE CUANDO ERAS PEQUEÑA…. y es verdad….
un saludo, gracas
Hola Conchi,
Es que la adolescencia es complicada. Se espera del adolescente que ayude como un adulto, pero él está muy perdido, empezando a tomar conciencia de la realidad, de sus dificultades, empieza a sentirse inseguro frente a un mundo desconocido, y necesita también que le apoyen. No es un niño pero tampoco es un adulto. Pídele opinión, hazla partícipe de tus inquietudes, si siente que su opinión te importa, estará más abierta a ayudarte. ¡Ambas podéis ayudaros!
Totalmente cierto, la sociedad suele estigmatizar a los adolescentes como conflictivos, o una etapa de problemas, pero la realidad va mas allá de eso, son simples personas que en su búsqueda de identidad personal encaran numerosas carencias, que la familia como agente primordial de afecto y comunicación debe apoyar y oír, mas allá de los cambios característicos en la mayoría de los casos solo gritan ayuda y amor de sus padres, así que no les teman, al contrario ayudenlos!