Mi hijo tiene ansiedad

A veces se transmite la idea de que todos los niños son inquietos, lo cual hace que los trastornos de ansiedad sean más atribuibles a los adultos que a la etapa infantil, por lo que pasan más desapercibidos en los pequeños. Sin embargo, los niños y adolescentes también pueden sufrir ansiedad.

Hablamos de la aprensión o temor excesivo a circunstancias reales o imaginadas, que se manifiesta en forma de preocupación excesiva o inquietud constante.

Todos hemos experimentado, o experimentaremos, ansiedad en algún momento de nuestra vida. Los niños tienen algunos miedos que son consustanciales a su etapa evolutiva, es decir, que la ansiedad generada es algo normal en su desarrollo.

Ahora bien, si esta inquietud o ansiedad empieza a interferir en la vida de tu hijo, afectando a su rendimiento académico, a sus relaciones sociales o a su autoconfianza, y además se acompaña de algunos de los síntomas que aparecen a continuación, entonces podríamos estar ante un trastorno de ansiedad:

  • Dolores de cabeza y estómago.
  • Dificultad para dormirse.
  • Cambios de estado de ánimo
  • Alteración excesiva al separase de los padres.
  • Hábitos nerviosos  (morderse las uñas, tics)
  • Miedos intensos e irracionales,
  • Preocupación excesiva por un tema
  • Problemas de conducta: agresividad, enojo, inhibición, rebeldía.

De ser así, lo recomendable es que acudas a un psicólogo que pueda evaluarle y dotarle de las herramientas adecuadas para que él mismo vaya adquiriendo cierto control y autonomía sobre sus emociones.

Si eres padre, y tu hijo está sufriendo ansiedad, seguramente estarás planteándote cómo puedes ayudarle a sentirse más seguro, tranquilo y relajado. Pues bien, hay varias cosas que puedes hacer:

#1. Sé un modelo positivo de tranquilidad.

Más que lo que le digas, es importante lo que hagas. Con tu conducta estás transmitiéndole mucho más de lo que crees. ¡Aprovéchalo!

Cuando haya momentos de frustración generales en familia (como una larga cola en el supermercado, una tienda cerrada cuando menos te lo esperas, algo material que se rompe o se pierde etc.), tienes una estupenda oportunidad de enseñarle a reaccionar desde la tranquilidad, sin generar ansiedad o angustia.

Mostrarte impaciente, sarcástico o nervioso, le activará más su ansiedad.

Si permaneces sereno ante los obstáculos o imprevistos,

él estará observándote y le transmitirás tranquilidad y autocontrol.

#2. Baja el nivel de autoexigencia.

Detrás de la ansiedad que tiene tu hijo, puede haber un gran temor a fallar, a hacer el ridículo, a ser valorado negativamente por otros, a no cumplir con lo que se espera de él, etc.

Por eso, es importante que tengas expectativas realistas y así se lo traslades a tu hijo. Hacer demasiado foco en un resultado académico o deportivo (una nota, un partido ganado) puede acentuar su ansiedad.

Ayúdale a dirigir su atención hacia el disfrute del proceso, del aprendizaje, de la experiencia, dándole a entender que le quieres, sea cual sea el resultado.

#3. Valida sus sentimientos y emociones

No le quites importancia a sus comentarios. Si tu hijo se muestra preocupado por algo, y tiene síntomas de ansiedad como los descritos con anterioridad, no trates sus inquietudes como tonterías, para él son relevantes y pueden estar invadiendo su mente a lo largo del día.

Permítele expresar cualquier emoción, sea ésta la que sea (miedo, rabia, tristeza, etc). Necesita que le valides sus sentimientos, que alguien adulto le permita ser y sentir tal cual es, para que después él mismo se lo conceda también.

Todas las emociones, incluidas las negativas, tienen su función. Crear un espacio de comunicación con tu niño, donde pueda hablar de lo que le preocupa, le hará sentirse escuchado, comprendido, facilitando la liberación de su ansiedad.

#4. Evita ir con prisas.

El ajetreo diario y las rutinas de “colegio-actividades extraescolares-baños-cenas-cama” puede volverse un gran estresor para el niño que sufre un trastorno de ansiedad.

Ir a un ritmo frenético, en el que las acciones se encadenan unas detrás de otras, y donde la instrucción “vamos, vamos, venga” es la protagonista, puede hacer que la ansiedad fisiológica (aumento de la tasa cardíaca, mayor agitación en la respiración, tensión muscular, tripa suelta, nudo en el estómago, etc.) no tarde en llegar.

Si intentas organizar la rutina familiar, de modo que podáis ir con tranquilidad, con suficiente margen de tiempo para que no haya que dar gritos y aceleraciones improvisadas, todo esto contribuirá a que tu hijo pueda desenvolverse con calma en su día a día, sin convivir con la tensión del reloj.

#5. Actividades y juegos de relajación.

El juego es el escenario perfecto para que tu niño y tú podáis practicar algunas dinámicas de relajación. En función de su edad, puedes adaptar algunas de estas actividades, en las que se propicia la relajación muscular y la respiración pausada:

La mecedora

Objetivo: hacer que el niño alcance un estado de calma mediante movimientos de balanceo.

  • Elige un lugar y siéntate.
  • Ahora, haz como si estuvieras en una mecedora: doblas las piernas y balanceas tu cuerpo de delante hacia atrás y de atrás hacia delante, suavemente.
  • Te meces muy suavemente.
  • Cuando quieras, haz como si te durmieras. En ese momento, dejas de mecerte y descansas. Puedes hacer como si durmieras con los ojos abiertos. Tú decides.
  • Cuando yo vea que estás descansando, que haces como si estuvieras dormido y que ya no te mueves, enviaré una mariposa a posarse sobre tu hombro. Esa mariposa es mi mano. Cuando se pose en tu hombro, irás despertando y volviendo a sentarte a tu sitio.

La tarta de cumpleaños

Objetivo: hacer que el niño se calme mediante la espiración y la inspiración.

  • Vamos a jugar a la tarta de cumpleaños.
  • Haz como si hubiera una tarta de cumpleaños delante de ti.
  • Cuando yo cante “Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz….”, inspira profundamente, hinchando la tripa y levantando los hombros.
  • Una vez que estés lleno de aire, sopla con fuerza las velas de la tarta. Al soplar, deja que tus hombres bajen y que tu tripa se ponga lisa.
  • Luego, diré “¡Bravo!”, y las velas volverán a encenderse.
  • Entonces volveré a cantar “Feliz, feliz en tu día…”. Mientras, volverás a inspirar profundamente. Luego, apagarás las velas con una gran espiración.

El universo

Objetivo: hacer que el niño se relaje mediante los movimientos de estiramiento y distensión.

  • Vamos a jugar al universo.
  • ¿Qué es el Universo? El universo es la tierra, el cielo, el mar, la arena, las estrellas, las nubes…
  • Para empezar, hay que ponerse de pie.
  • Cuando diga “¡Cielo!”, te estirarás hacia arriba, como si quisieras tocar el cielo. Y harás lo mismo cada vez que diga el nombre de elementos que estén por encima de nosotros como, por ejemplo, las estrellas, el sol o las nubes.
  • Cuando diga “¡Tierra!”, dejarás que tu cuerpo y tus brazos caigan hacia abajo, y tocarás el suelo. Harás lo mismo cada vez que diga el nombre de elementos que están en el suelo, como el agua, las rocas o las flores.
  • Cuando diga “¡Marte!”, te estirarás hacia la derecha, porque el planeta Marte está a la derecha de la Tierra. Harás lo mismo cuando nombre a Urano, Júpiter, Saturno…
  • Cuando diga “¡Venus!”, o “¡Mercurio!”, te estirarás hacia la izquierda, porque estos planetas están a la izquierda de la Tierra.
  • Cuando diga “¡Aire!”, te pondrás recto, con la cabeza bien derecha y los brazos pegados a cada lado del cuerpo.

Finalizamos con un vídeo de un cuento para enseñar relajación a los niños: La caleta de la nutria marina:

¿Crees que tu hijo tiene ansiedad?

¿Qué haces para ayudar a tu hijo con su ansiedad?

Por | 2017-07-08T15:33:38+00:00 octubre 25th, 2016|Psicología Infantil|Sin comentarios

About the autor:

Licenciada en Psicología por la UAM, Col. Nº M-16099. Experto en Psicoterapia Breve. Máster en Sexología y amplia experiencia como psicóloga y formadora en el área de la psicología de la salud y la educación. Fundadora de Tupsicologia.com, asesoramiento psicológico presencial y on line, un apoyo profesional y cercano

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POR LA AUTORA DE ESTE BLOG

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