Confiesa. Cuándo has leído el título del artículo, ¿te ha venido a la mente con claridad qué es lo que puede estar disminuyendo la calidad de tus relaciones sexuales?
Espera, mejor aún, detén tu lectura aquí, no hagas trampa y sin leer nada más, examina durante un minuto tus relaciones íntimas, ¿crees que tu pareja y tú mantenéis algunas costumbres que pueden estar perjudicando vuestra sexualidad?
Si después de esta breve autoevaluación, aún tienes dudas, puede que deba explicar un poco a qué me estoy refiriendo. Hablamos de esas costumbres que se van instalando lenta y disimuladamente, que incluso pasan desapercibidas, pero que tienen un efecto devastador a medio o largo plazo.
Quizá estés pensando “hombre, después de varios años con la misma pareja, es inevitable coger algunos hábitos y rutinas, aunque se carguen un poco la pasión”. Sí, te doy la razón hasta cierto punto, el simple transcurrir del tiempo hace que automatices muchos de tus actos, incluidos los sexuales.
Lo haces inconscientemente, de ahí que la primera sugerencia sea precisamente tomar conciencia de cuáles son y del peso que pueden estar teniendo en la bajada de satisfacción sexual.
Es decir, que la pasión no desaparece por sí sola, la echas un poco a patadas unas veces, y otras la dejas atrás pasivamente como quien no coge una llamada insistente que al final se cansa y desaparece.
La lista que presentamos a continuación no es exhaustiva, se exponen sólo algunos de los posibles hábitos dañinos. Después te toca a ti hacer un ejercicio de limpieza con tu pareja para empezar a desechar aquellas costumbres que están oxidando vuestra sexualidad últimamente.
Para muestra, un botón:
#1. Acostarse por separado
Es cierto que la pareja se compone de dos personas distintas con sus horarios de trabajo diferentes, sus aficiones (que no tienen por qué coincidir siempre), sus costumbres y sus rituales cotidianos diversos.
Los hay quienes prefieren destinar la última hora del día a leer, utilizar el portátil, ver televisión o cualquier otra actividad en soledad, y es absolutamente normal y saludable.
Sin embargo, hay que vigilar que esto no se convierta en una costumbre rígida e inamovible, que os haga llevar dos vidas paralelas al final del día que nunca coinciden, ni siquiera en el momento de acostarse, de modo que se produzca una desincronía crónica.
Por supuesto que el sexo no tiene por qué circunscribirse a las últimas horas del día y a la cama necesariamente, pero crear el hábito de acostarse a horas diferentes y ritmos muy dispersos a medio plazo puede hacer mella en la sexualidad.
#2. Empezar siempre la relación sexual en horizontal
Sí, ya llevas unos cuantos años con tu pareja y estás tan a gustito en tu cama en posición tumbada para tener sexo. Estupendo, si es tu preferencia, pero ¿es necesario que siempre el sexo comience mientras estáis tapados con el edredón, con el pijamita de siempre, y para más inri con los patuquitos de dormir?
¿Dónde ha quedado lo del desnudarse mutuamente de pie mientras os vais mirando y, de paso, con alguna ropa un poco más atractiva a la vista y al tacto?
Que viváis juntos, o llevéis años juntos, no es excusa para que os hayáis acostumbrado a omitir este paso que es fundamental dentro de la seducción.
#3. Engañar o fingir tus gustos sexuales.
Empezaste callándote algo de la relación sexual que no te convencía, o que incluso ni te gustaba, para no hacer sentir mal a tu pareja o para evitar un conflicto, y puede que ahora, meses o años después, la mentira se haya convertido en un mal hábito que resta puntos a tus satisfacción sexual.
Estás habituándote a incorporar un elemento negativo (fingir, ocultar) a tu relación que te causará problemas.
¿Cómo decirle ahora que cuando te toca ese punto no sólo no te gusta, sino que te da “yuyu”? ¿Cómo decirle ahora que esa posturita ya no te apetece? ¿Cómo decirle ahora que no te gusta nada que te haga tal cosa?
Pues hablando, sí, hablando de sexo con tu pareja. No hace falta que interrumpas bruscamente la relación íntima y te sientes a dar un discurso. Busca un momento neutro donde ambos habléis de cambios en positivo en vuestra relación sexual.
#4. Ir directo al grano.
Esta puede ser una modalidad válida para algunas ocasiones, pero transformarla en la norma es empobrecer las relaciones sexuales, privándolas de todos los matices que añaden los juegos precoitales.
La sexualidad es mucho más que la genitalidad, y todos los juegos previos a la penetración conceden el espacio necesario para el despertar de la sensualidad y los sentidos (vista, tacto, oído, gusto, olfato).
Las caricias, los besos, la estimulación, no sólo tienen valor por sí mismos, sino que ayudan y facilitan la lubricación, la excitación y el llegar al orgasmo con más facilidad e intensidad.
#5. Olvidarse del juego de seducción y la conquista.
- Tener relaciones sexuales con una pareja estable no es excusa para eliminar el componente de seducción y de conquista en la intimidad.
- No des por hecho que la atracción sexual se mantiene sola de por vida, hay que alimentarla y cuidarla. Revisa tu imagen, renueva tu vestuario, siéntete atractiv@ para ti en primer lugar, y después para tu pareja.
- Permanece receptiv@ a las propuestas que te pueda hacer tu pareja en cuanto a mejoras en estética, estilismo, etc.
- Incorpora el juego de seducción en tu día a día, no lo restrinjas a los momentos previos al sexo. Puedes ayudarte de notas, mensajes, miradas, detalles, pequeños regalos, etc.
- Deja de nuevo que entre en tu vida la creatividad, y no des por sentado que ya has conquistado a tu pareja. Renueva periódicamente el sentirte atraído y atraer a la otra parte.
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