Frases Teresa de Calcuta sobre el amor, el perdón y el presente.
Teresa de Calcuta, religiosa que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950, ha sido admirada mundialmente por su caridad, altruismo, coraje y capacidad para el trabajo duro hasta hace aproximadamente un año, en que se ha desatado la polémica en torno a su figura, tras un estudio elaborado por académicos canadienses que afirma que sus misiones eran verdaderas «casas de la muerte», y que los millones que recibió su fundación no se corresponden con el coste de sus obras de caridad.
Al margen de estos últimos hallazgos, queremos rescatar algunas de sus reflexiones con el ánimo de ver posibles aplicaciones a la vida cotidiana:
“No podemos hacer grandes cosas, pero sí cosas pequeñas con un gran amor”.
Coincido con la autora de esta frase en la importancia de disfrutar del proceso, sea cuales sean los resultados, resaltando el amor, interés o motivación que ponemos en nuestros actos, más allá de obtener unas consecuencias concretas.
No importa el grado de perfección o eficacia con el que hagas las cosas, si las haces con una actitud positiva, si pones tus mejores cualidades al servicio de tus acciones. Por otra parte, aumentamos la probabilidad de alcanzar nuestras metas, cuando las transformamos en pequeños fines ordinarios y accesibles que nos movilizan e impulsan.
¿Dónde buscar el impulso a la acción? Según Teresa de Calcuta en el amor. ¿A ti qué te mueve?
“El futuro no está en nuestras manos. No ejercemos poder sobre él.Sólo nos queda actuar, aquí y ahora”
Si bien es cierto que el hombre tiene cierta capacidad de actuación sobre sus circunstancias, y que mostrarse activo ante las adversidades correlaciona con un mayor estado de bienestar subjetivo (a mayor sensación de control, mayor sensación de satisfacción vital), también lo es el hecho de que no podemos controlar todas las variables que nos afectan, ni saber con precisión lo que ocurrirá en el futuro.
Lo único que es absolutamente real es el aquí y el ahora, y es en esta franja del espacio y del tiempo presente donde mejor podemos concentrar nuestra atención y fortalezas. Vivir persiguiendo la certeza sobre lo que nos va a acontecer, es dejar transcurrir la vida como el agua de un grifo abierto, a la espera de que alguien la utilice, mientras se escapa por momentos.
“El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”
Al escuchar esta consigna, muchas personas se rebelarían contra lo que no consideran un acto voluntario. “Yo quiero perdonar, pero no puedo”. El acto de perdonar tiene muchas connotaciones religiosas, filosóficas y espirituales, y es muy difícil llegar a un acuerdo unánime acerca de su significado, pues hay quienes lo aceptan, pero de manera parcial, con eso de “perdono, pero no olvido” o “yo no puedo perdonar, eso sólo le compete a Dios”.
En lo que sí coincidiría una inmensa mayoría es en lo perjudicial que resultan algunos sentimientos asociados con la ausencia de perdón como son el rencor, el odio o la venganza.
Cuando la persona dedica una gran cantidad de tiempo a recrear y rebobinar la ofensa recibida, está abriendo perpetuamente la herida pasada, al tiempo que la impide cicatrizar, privándose del oxígeno y energía que podrían suministrarle otras vivencias actuales.
Os dejamos un vídeo con una entrevista y más reflexiones de esta religiosa:
¿Te cuesta perdonar?
¿Te pillas a ti mismo volviendo al pasado o adelantándote al futuro?
Photo Credit: M. Peinado
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