Cómo cambiar de hábitos con la teoría de la diversión: sí a la motivación, no a la obligación.
Si te interesa leer este artículo, puede que te encuentres entre los que piensan varias veces al mes aquello de “un día de estos tengo que: dejar de fumar, tomarme en serio lo de adelgazar, ponerme con el inglés, organizarme con la casa, etc.” De ser así, has dado un muy buen primer paso, pues ya tienes claro lo que quieres, el problema es que no acabas de pasar al segundo peldaño: la acción.
¿Te imaginas cómo sería tu vida si te levantaras
y hubieras cambiado en ese aspecto que tanto quieres?
Probablemente la sola idea de imaginártelo te hace sentir bien, e incluso te motiva, pero seamos sinceros, no los suficiente para convertir esos pequeños cambios que intentas cada semana en un hábito.
¿Qué entendemos por hábito? Pues ni más ni menos que un comportamiento que se ha repetido de forma regular en el tiempo hasta que se ha incorporado en la rutina cotidiana, quedando firmemente establecido. Ésta sería tu verdadera meta, hacer un cambio duradero en un área importante en tu vida. Ahora que sabes hacia dónde te gustaría dirigirte, quizá te estés planteando cómo pasar a la acción.
La clave para empezar es la misma que para continuar: la motivación, y para que algo te motive verdaderamente hay que añadirle un componente de gratificación, en definitiva: disfrutar con ello.
Y esto es lo que quedó demostrado en una original campaña publicitaria, que lanzó en 2009 la agencia de publicidad DDB Estocolmo para la empresa Volkswagen, tras la cual se escondía un interesante experimento psicológico, en el que quedó de manifiesto que, si incorporamos la diversión a una actividad, podemos percibir ésta de manera más positiva y llevarla a cabo con más eficacia y continuidad. Para ello, tuvieron la genial idea de pintar las escaleras del metro de Estocolmo como si fueran las teclas de un piano, para ver si con ello los viajeros que, día tras día, elegían subir por las escaleras mecánicas, se decidían a subir por su propio pie.
Este experimento podría reflejar una de esas ocasiones en las que, a sabiendas de que el ejercicio físico es saludable, no acabas de sentirte muy atraído por esos escalones, y caes directo en las redes de las seductoras escaleras mecánicas.
¿Por qué lo haces si apenas tardarías un minuto más en subir a pie, si tienes una oportunidad estupenda diariamente de hacer actividad física regular casi sin darte cuenta?
¿Por qué lo haces si te has propuesto cientos de veces ser menos sedentario?
De nuevo la respuesta se reduce a “porque me aburre, porque es un fastidio y una pesadez”. Esto es lo que debieron de pensar los creadores de este anuncio al llamar a la acción a través de la diversión. No lanzaron el mensaje de “sube por las escaleras, es bueno para tu salud” o “tienes que hacer deporte, vamos no seas vago, sube a pie”. No, no hicieron eso, porque sabían que dar instrucciones paternalistas y moralistas, envueltas en “tienes que” o “deberías de “no suele dar muchos resultados; es más, suele desalentar al que las recibe, especialmente a medio y largo plazo.
Por eso, optaron por llevar a la práctica lo que llamaron la teoría de la diversión: ponle alegría a una obligación y se transformara en una opción.
Y eso es lo que ocurrió ese día que dibujaron las teclas de un piano. Se comprobó que hasta un 66 por ciento más de personas utilizaban las escaleras convencionales, evidenciando así el hecho de que cuando una actividad resulta divertida, la mayor parte de la gente está dispuesta a cambiar su comportamiento. Lo que les empujó a subir no fue únicamente la novedad, fue el impulso lúdico e infantil que reside, afortunadamente, en todos nosotros, a pesar de cumplir años. Comenzaron a sentirse tentados por “jugar a…”, esa capacidad que tiene el ser humano desde niño por simular que un plato es el volante de un coche.
Y ese deseo por recrearse en el juego es el componente de diversión que todos necesitamos para convertir algo monótono y tedioso en algo que nos permita disfrutar mientras estamos en ello. Probablemente, jugar a tocar el piano con los pies sobre el teclado de los escalones hizo que se lo pasaran bien durante el momento del ejercicio.
Por tanto, si quieres cambiar de hábitos e instaurar en tu vida una rutina saludable, debes incluir los siguientes ingredientes en el proceso:
#1. Enumera los pasos a seguir, o lo que es lo mismo, descompón tu meta final en pequeñas submetas, de modo que sigan una secuencia en el tiempo.
#2. Asocia cada submeta o paso a un elemento lúdico, humorístico o emotivo. Esto quiere decir que, si cada tarea que tenemos que hacer la personalizamos con algún componente motivacional, el resultado será disfrutar durante todo el proceso de transformación, y multiplicar la probabilidad de repetirla al día siguiente.
Por ejemplo:
- si tienes que hacer un resumen de lo que estás estudiando, añádele asociaciones a experiencias personales divertidas y positivas (“esto me recuerda a cuando..”)
- si tienes que cocinar y no te gusta, puedes jugar (sí, sí, has oído bien, da igual tu edad) a narrar en voz alta lo que vas haciendo, como si fueras un cocinero de un programa de televisión (puede que sigas cocinando regular, pero lo pasarás mejor)
- si tienes que aprender un idioma, atrévete a grabarte cantando tus canciones favoritas emulando al cantante nativo.
No hay límites para divertirse a la vez que creamos costumbres sanas e interesantes.
Vídeo de la campaña publicitaria de DDB Estocolmo para la empresa Volkswagen
¿Quieres cambiar de hábitos?
¿Has probado a hacer eso que te cuesta tanto de una manera divertida?
Escríbenos el hábito que se te resiste y te propondremos cómo unirlo a la diversión.
Yo quería dejar aquí mi aportación sobre este tema, porque hace casi 9 meses que dejé de fumar y se me ha ocurrido escribir esta carta:
Querido falso amigo, hace ya 9 meses que te fuiste de mi vida y aunque al principio me ha costado no tenerte conmigo por los muchos años que me has acompañado en los buenos y los malos momentos, ahora me alegro y no sabes cómo de que ya no estés en mi casa ni en mi vida. Me engañaste porque me dabas placer, pero en realidad me estabas haciendo daño, porque de por sí eres dañino. Espero y deseo que no vuelvas más a mi vida porque desde que no estás, me siento más joven, mi piel ha cambiado, mi vida a cambiado para mejor y por eso, no creo que vuelva a acudir a ti ni a dejarte entrar en mi vida. Chao, hasta nunca.
Bueno, es un poco chorrada, pero refleja mi orgullo de haberlo conseguido y de verdad, invito a todos los fumadores a que lo hagan, hay muchas ayudas psicológicas sobre todo, para conseguirlo.
Aprovecho para recordaros mi blog con mi amigo Javi, por si os apetece reíros un poco:
yrietesipuedes.blogspot.com
Buen artículo, Patricia, muchas gracias. Un abrazo
¡Qué buena idea Elena! Es justo lo que se proponía en el artículo, para cambiar de hábitos móntatelo con humor e imaginación y te saldrá mejor. Bye bye, adiós…querido mal hábito» Me ha encantado eso de escribir una carta dirigiéndote personalmente al hábito que quieres abandonar. ¡Muy creativo y terapéutico! «
¡Gracias Patricia!
Hola! Tengo mi casa llena de cosas que guardo «por si acaso» o simplemente de cosas que he ido comprando que dejé de utilizar y no me puedo desprender de ellas, de papeles que se amontonan y no tiro por si en el futuro los necesito… En definitiva, tengo que hacer limpieza y no sé por dónde empezar ni cómo hacerlo!!
¿Podrías ayudarme?
Gracias
Se resiste el hábito a ser positiva !!!